Marchamalo es un municipio de la comarca de la Campiña del Henares, en su parte de la provincia de Guadalajara, muy próximo su capital. Administrativamente es dependiente de la Diputación de Guadalajara y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, formando parte de las mancomunidades de Aguas del Sorbe y Vega del Henares.
En la zona existen vestigios romanos de la antigua población de Arriaca, situada al pie de la Vía Augusta o Domiciana, carretera romana que atravesaba Hispania desde Emérita Augusta hasta Tarraco.
Sin embargo, el origen de la población actual apunta a la etapa de fundación de Guadalajara (Wad Al-Hayara), ciudad amurallada que fue capital de la Marca Media en la frontera norte de Al-Andalus, quedando Marchamalo (March-hamal) como aldea o amelia del alfoz de la ciudad, dedicada al cultivo hortícola y la ganadería lanar. Sin duda esta población, de sencilla construcción, es la evolución de la antigua Arriaca romana. De entonces procede el topónimo que da origen al nombre de Marchamalo, cuyo significado en árabe vendría a ser ‘Prado Hermoso’.
Los habitantes de Marchamalo son conocidos con el gentilicio de marchamaleros/as o gallardos/as, este último referente al apelativo con el que se conoce al patrón de la localidad, el Santo Cristo de la Esperanza, cuya festividad se celebra el primer fin de semana del mes de mayo.
Constituido como Villa en febrero del año 1627, después de varios siglos y a consecuencia de un proceso de fusión de poblaciones surgido durante la última etapa del franquismo pasó a ser administrado por Guadalajara (en 1973), considerándose barrio de la ciudad hasta el año 1999, cuando logra su independencia de la capital tras haber sido considerada una población de rango menor al de municipio durante unos años, Entidad de Ámbito Territorial Inferior al Municipio (EATIM).
Para conseguirlo, los marchamaleros votaron en referéndum en noviembre de 1996, eligiendo por aplastante mayoría su nueva condición como municipio independiente, la cual está simbolizada por el olivo plantado en enero de 1999 en la Plaza del Pueblo (imagen de la derecha).
Históricamente la economía de la localidad se basó en la explotación de los recursos naturales de la zona, inicialmente madera, caza, ganadería y agricultura de secano, los cuales se ampliarían posteriormente con importantes cultivos de regadío gracias a la construcción desde finales del siglo XIX a principios del siglo XX del Canal del Henares.
La producción de materias primas se complementó con la manufactura de determinados productos, ganando especial fama por la fabricación de pan, y el comercio, dada la buena posición estratégica del municipio desde el principio, inicialmente junto a la Vía Domiciana, y después en el cruce del Camino Real de Aragón y Navarra (Cañada Galiana) y el Camino Real de Guadalajara.
Esta ubicación como cruce de caminos es el motor del desarrollo actual de Marchamalo al pie de una de las principales rutas por carretera y ferrocarril de nuestro país, la que une las dos ciudades más importantes de España, Madrid y Barcelona, además de otros emplazamientos relevantes como Zaragoza y Pamplona, hasta la frontera con Francia.
El desarrollo industrial de la zona trajo consigo el crecimiento poblacional de Marchamalo, que en los últimos tiempos se ha disparado entrando dentro del nuevo área de expansión de la influencia de Madrid en el Corredor del Henares.