Benjamín Moreno Sánchez
• Fallecido el pasado 28 de enero en la residencia Juan Pablo II de Alovera, el sacerdote diocesano Benjamín Moreno Sánchez, fue párroco de Marchamalo por un periodo de más de 20 años, desde que fue nombrado en 1990, así como delegado diocesano de Cofradías y Hermandades. Natural de Escariche, llegó a los 74 años de edad.
• Benjamín Moreno fue ordenado sacerdote en Sigüenza el 2 de septiembre de 1962, llegando a vivir casi la mitad de su recorrido ministerial como párroco de la Iglesia de la Santa Cruz de Marchamalo, con la atención también, en algunos periodos, a pueblos vecinos. De 1978 a 1990 fue párroco de Albalate de Zorita, después de haber comenzado su ministerio sacerdotal en Campillo de Ranas y anejos.
• También, durante una decena de años, fue profesor, formador y vicerrector del colegio diocesano de Guadalajara, entonces llamado Colegio Jesús Adolescente, ahora Colegio Cardenal Cisneros. Lo fue a su vez en el colegio del Sagrado Corazón de Guadalajara, de las Religiosas Reparadoras del Sagrado Corazón (Francesas).
• Su paso por Marchamalo ha dejado un significativo recuerdo entre los vecinos de la localidad, donde ejerció con honestidad y entrega, especialmente en los primeros años, en los que aportó su colaboración a la instauración de nuevas tradiciones en torno al rito católico, como la elaboración de alfombras en el Corpus Christi, cuando sólo existían los altares en Marchamalo, o la celebración de la representación de la Pasión Viviente, en la que colaboran gran cantidad de vecinos.
Inocente Mesón Gordo
• Fiel y estimado colaborador suyo fue Inocente Mesón Gordo, también párroco de la Iglesia de la Santa Cruz de Marchamalo junto a él. Nacido en Valverde de los Arroyos, se trasladó desde Humanes a Marchamalo al emplearse sus padres en la Escuela de Capacitación Agraria asentada en nuestro municipio, falleciendo a los 60 años de edad.
• Ordenado sacerdote, su primera parroquia fue la de Peralejos de las Truchas, pasando posteriormente al Seminario Menor de Guadalajara, donde hacía la función de padre espiritual cuidando a los incipientes sacerdotes de 10 a 12 años, los cuales le llamaban cariñosamente “Don Ino”. Muchos de ellos le recuerdan con un especial afecto por sus desvelos y enseñanzas. Al mismo tiempo colaboraba con la hoja diocesana “El Eco” en dos secciones de su creación: “Buenos días, Señor” y “Mundo Chico”, donde participaban los niños.
• Al mismo tiempo, compaginaba sus labores docentes con las parroquias de Taracena y Valdenoches.
• Posteriormente pasó a la parroquia de Marchamalo donde siguió su labor pastoral atendiendo al mismo tiempo las parroquias de Viñuelas, Fuentelahiguera y Villaseca, donde dejó una profunda huella, no solamente por su labor religiosa, a la que dedicó 35 años de su vida, sino también porque a esa labor siempre acompañaba su gran talla como humanista.